Pleasure Shelter: TENDRÉ QUE CASTIGARTE, DIJO...

domingo, 18 de abril de 2010

TENDRÉ QUE CASTIGARTE, DIJO...



Me ha llamado por teléfono esta mañana. Su voz sonaba grave, al principio no sabia descifrar como estaba. Sonaba inexpresiva, y la ausencia de entonación me ha hecho sentir incomoda.

La conversación era más bien breve, sus respuestas cortantes y distantes. No sabia que le pasaba. No sabia si detonaba preocupación, quizás enfado...

Le he preguntado si le pasaba algo, y sus respuestas eran muy rudas, como si yo ya debería saber lo que le pasaba, pero en ese momento no sabia porque se encontraba en ese estado. No entendía nada. Quería hacer memoria de los últimos acontecimientos mientras intentaba hablar con él, para detectar que era lo que le hacía mostrarse así conmigo, pero la preocupación que sentía ante su voz me hacía imposible recordar nada.

Cuanto más tiempo pasaba sin que yo supiera cual era el motivo de su estado, peor se mostraba él. Poco a poco fui viendo que era enfado o decepción conmigo, pero no recordaba el motivo y eso aún le enfadaba más. El tenia la sensación de que yo no daba importancia al motivo de su enfado porque no siquiera lo recordaba...

En ese momento me hubiese gustado estar con él y que me dijera que era lo que debería recordar, y así se lo expresé.

Me preguntó si estaba segura de querer verle.

Por supuesto que quería verle, pero insistió en que si nos veíamos, como él estaba enfadado por mi actitud, tendría que castigarme.

Aquí surgió mi dilema. Quizás si no lo veía en ese momento, y esperaba un tiempo su enfado pasara y todo volviera a estar como antes. Pero me invadía una gran curiosidad y deseaba estar con él por lo que hacia sentir siempre que esta con él...Pero...y su enfado? y eso del castigo que decía? a que se refería?

El tiempo pasaba y él al otro lado del teléfono esperaba respuesta y se impacientaba:

- Me piensas contestar.
- Es que no se que decirte.
- Pues ayer bien que sabias contestar no?
- No se a que te refieres...
- Pues mas te vale que hagas memoria.
- Pero...tu quieres verme?
- Yo si, para darte tu merecido. Sabes que debo castigarte.
- Me tendrías que decir porque debes castigarme...
- Yo no tengo que decirte nada. Solo que mereces un castigo por tu comportamiento de ayer.

Ante estas palabras me estremecí, y extrañamente a mi forma de ser, sentí que quizás había hecho algo que merecía castigo....y decidí arriesgarme y quedar con él...quizás fuese solo una broma...

- De acuerdo, nos vemos cuando tu quieras y lo hablamos.
- Muy bien, pues ven y después de tu castigo hablamos lo que quieras.
- Estas de broma no?
- Te parece que bromeo?
- Vale ahora vengo.

Me dirigí hacia su casa, pensativa y con cierto miedo, no por el castigo en si, que sabia que no podía ser malo, puesto que él nunca podría hacerme daño, sino porque no entendía nada, no sabia que le podía haber hecho que le hubiera molestado tanto...

Estaba delante de su casa, sentada en el coche con la respiración entrecortada. Sentía que me cuerpo temblaba y a la vez deseaba entrar para comprobar como estaba, que le había hecho sufrir y causar el enfado que antes me había mostrado.

Salí del coche, llamé a su puerta y él la abrió, mostrándose serio conmigo y empezando su riña. El día anterior, yo no había tenido buen día, y al verlo a él, me había desahogado con él, siendo realmente borde con él, creciéndome con el derecho de soltarle mi mal humor, y él debiendo aguantar. Realmente me porté como una niña malcriada y él aguantó por el cariño que me tiene mi niñeria, pero hoy, cuando a mi ya se me había pasado, él estaba enfadado por mi actitud de ayer.

Yo no le dí más importancia, pero a él no le gustó, y estaba dispuesto a demostrármelo.

Le dije que me perdonara, que había tenido mal día y que como tengo confianza con él, había sido injusta siendo borde con él, pero que...no me dejó acabar de hablar, cuando su mano se acercó bruscamente golpeando mi nalga. Me quedé muda, no me esperaba su reacción y me dijo:

- Si te portas como una niña te castigaré como a una niña.

Me cogió tan de improvisto que no sabia por donde salir ni como reaccionar. volví a notar otro segundo golpe y le dije: pero que te crees que estas haciendo? quien te crees que eres?

Me tiró bocabajo en su sofá, apoyó su codo sobre mi espalda y siguió con el castigo. Yo quería llorar, me sentía humillada, aunque a la vez que el golpeaba mis nalgas y oía su voz verdaderamente enfadada, me sentí excitada. Me sentí extraña ante la situación, porque me imponía un castigo y eso me excitaba. No me atrevía a decirle nada, por vergüenza, de todas maneras, él estaba centrado en el castigo y tampoco apreciaría mi excitación.

Interrumpió las nalgadas, para decirme que me quitara los pantalones y el tanga y me volviera a tumbar...En ese momento, pude apreciar a través de su ropa, que su miembro estaba rígido. Como podía ser? a él le había excitando también el castigo?

Al verle así, pensé que quería que me quitara la ropa para entrar dentro de mi, y no dudé en quitarme la ropa y acariciarle. Él seguía estando aparentemente frió conmigo, y me dijo que mi castigo no había acabado, que volviera a tumbarme en el sofá...Como? sin ropa? Le pedí que no lo hiciera, que ya había aprendido la lección.

Un nuevo empujón me tiró al sofá. No estaba dispuesta ha aceptarlo de nuevo, y me revolví enérgicamente. No le hizo falta más que dos palabras para dejarme de nuevo inmóvil: VALE YA!!

Metió su mano bajo mi cintura y me levantó, elevando mis nalgas y dejando al descubierto mi excitación. Se situó al lado del sofá y noté directamente en mis nalgas, su mano golpeándolas, no flojo y no lento. A cada golpe mientras mis nalgas enrojecían, mi sexo se humedecía. Ahora sin ropa él podía ver mi humedad y eso me daba una vergüenza terrible...

Intenté de nuevo salir de esa humillación, cuando me dijo: eres mía, acabaremos con tu castigo y si lo aceptas quizás tengas premio.

Deseaba ese premio y por eso dejé que acabara con su castigo.

Unos cuantos azotes más que acabaron con unas caricias de sus manos en mis nalgas enrojecidas. Levente sus dedos, tocaron mi sexo y se percató de mi excitación al mojarse. Se sorprendió y me dijo: niña, este juego te ha excitado a ti tanto como a mi, y ahora recibiremos el premio.

Creo que la espera mientras me impartía el castigo, deseando que su miembro recio entrara dentro de mi, me produjo una enorme excitación.

Yo seguía a cuatro, sus manos acariciaban mis nalgas y introdujo dos dedos en mi vagina, que esperaba algo mas que sus dedos...

Me hizo levantarme, quitarme el resto de la ropa, y recostarme en la mesa del comedor. Separó mis piernas, y de un empujón metió su polla en mi, tan fuerte y ágil, que soló pude emitir un pequeño grito al soltar el aire que había tomado al levantarme.

La mesa se iba moviendo con el ímpetu de cada embestida y yo encima de ella, hasta que llegó a la pared de enfrente donde se ancló y continuaron las embestidas.

Jamás había tenido sexo tan salvaje, ni había apreciado tanto que metiera su polla en mi...Después del castigo me sentía tan bien mientras me follaba!!!

Con mi cuerpo aún en la mesa, levantó mis piernas del suelo, manteniendolas rectas, y siguió follándome, cada vez con empujones mas fuertes.

Estaba a punto de correrme, cuando paró los empujones y salió de mi. Me tió al suelo, a cuatro de nuevo. Aprovechó mi humedad para mojar mi ano, y poco a poco ir metiendo un dedo mas, hasta tres para acabar metiendo su polla. Este gesto me dolió tremendamente, y al verlo dijo:

- tomatelo como la segunda parte del castigo y veras que te gustará también.

Mi culo se iba dilatando y dejó de doler para darme un gran placer. Sentía sus gemidos y vi que estaba terriblemente excitado al haberme penetrado el culo. Mis flujos empezaron a resbalar por mis muslos mientras el continuaba su mete-saca. Decidí darme más placer acercando mis manos hasta mi sexo y acariciándolo a la vez que él me enculaba.

Cuando se dió cuenta su polla creció aun más, la sacó de mi, me agarró fuertemente del pelo tirando mi cabeza hacia detras, y rozandose con mi culo se corrió tremendamente mojando mi espalda.

Yo seguí acariciándome y metiendo mis dedos en mi agujero hasta llegar al orgasmo.

Estábamos extasiados, había sido un sexo muy salvaje. Me giré, le miré y denotaba cansancio y a la vez preocupación.

Le pregunté que le pasaba, y me confesó que tenia miedo de que no me hubiera gustado el encuentro de hoy, puesto que jamas habíamos probado el tema del castigo sexual, y el tenia ganas de probar esa experiencia.

Le dije que al principio tenia miedo, pero poco a poco esa experiencia había sido muy excitante, y me había dado cuenta que mi sexo se mojaba, y aun más al ver la rigidez de su miembro...Se le iluminaron los ojos al ver que incluso en esa situación, fuera del convencionalismo, había disfrutado de él.


Ya estoy esperando la oportunidad de volver a estar con él...

2 comentarios:

  1. Bendito castigo sexual, el miedo...que hace que la excitación aumente y aumente y persista desde el momento cero, desde el momento en que sientes esa voz firme, autoritaría que te hace bajar la cabeza de manera sumisa, las primeras rebeldias, cuando no sabes lo verdaderamente hermoso de la entrega total y más absoluta...me encantas.
    kaj.

    ResponderEliminar
  2. buenas noches kaj....la verdad es que tu comentario me ha hecho releer el relato...hacia tiempo y me ha hecho gracia leer esos relatos iniciales de descubrimiento....

    Un abrazo y me encanta saberte por aqui...

    Un besote

    ResponderEliminar