Pleasure Shelter: SECCIÓN CONTACTOS

viernes, 27 de agosto de 2010

SECCIÓN CONTACTOS

Estaba aburrida en casa, deseaba hacer algo nuevo, quería una experiencia nueva que no olvidara jamas.

Ojeé el periódico, para ser sincera la sección de contactos, y atrajo mi atención un anuncio que decía:

"Puedo hacer que mejores tu conducta. Estoy especializado en tratar la rebeldía y desobediencia. Método garantizado"

No imaginaba que métodos podía usar, pero dado que estaba en la sección de contactos, suponía que debían ser métodos placenteros y la verdad es que en esa descripción me veía reflejada completamente.

Decidí ponerme en contacto con él y empezamos primero a enviarnos mails, después a chatear, después hubo alguna llamada de teléfono. Durante todas estas conversaciones parecía interesarse mucho por temas personales míos, pero sobretodo se interesaba por aquellas cosas que creía yo que merecían un castigo.

Finalmente quiso quedar conmigo en un sitio público y me estableció unas reglas claras que debía cumplir. En un principió dudé en cumplirlas, pero quería vivir esa experiencia y no quería decepcionarlo. Sus ordenes, al fin y al cabo eran muy sencillas.

- Llevar un vestido corto, holgado pero elegante.
- Llevar sandalias de talón, también elegantes.
- La ropa interior debía ser de algodón, nada de tanga, braguitas blancas de colegiala.
- No debía llevar perfume, ni maquillaje, ni joyas.

Me puse la ropa que me había ordenado y salí hacia el bar donde habíamos quedado. Los nervios me recorrían la piel y la excitación me recorría el cuerpo.

El el bar, el ambiente con él era fácil, fluía la conversación como si nos conociéramos desde hacia años.

Después de la copa su cara se puso seria, inflexible y dijo que era el momento de irnos para empezar mi mejora.

Subí a su coche y nos dirigimos a un motel. La habitación no tenía nada de particular, era como todos esos moteles que están por las carreteras del país. Yo estaba muy nerviosa, era una experiencia nueva y no sabía cómo saldría todo aquello.

Él lo notó, así que sintonizó un canal de música para suavizar el ambiente que estaba tenso. El volumen era un poco más alto de lo normal, y aún no entendía muy bien el motivo.

-Bien... Aquí estamos para comenzar a enderezar tu conducta -dijo él con toda la seriedad de la que fue capaz-. Razones para azotarte tengo hasta por demás. Tú misma me has confesado todos tus errores por los que mereces un buen castigo. Veremos si de verdad quieres cambiar... comencemos ya con esto. Y recuerda: si por cualquier motivo quieres detener el juego por un momento, dí "rulot". Y si me dices "renne" la sesión se terminará sin posibilidad de retomarla. Está claro ¿verdad?

Asentí sin que las palabras salieran de mi. Él abrió su mochila y sacó del interior diferentes elementos, algunos desconocidos para mi y otros muy conocidos, como un cepillo similar al que en ocasiones había usado yo misma para darme placer. También había una regla de madera, una paleta de ping-pong con cubierta de goma, un cinturón de cuero y... una extraña fusta. Estudié cada instrumento con interés y algo de morbo.

Sin darme cuenta, me dio la vuelta y fui tomada por sorpresa y colocada sobre sus rodillas. Fue entonces que me tomó de la cabellera, por la nuca y tiró levemente:

-Jovencita... más vale que te relajes, porque no hay retorno -susurró-. Estuviste esperando esta aventura desde hace tiempo y nada me va a impedir que te ponga las nalgas ardientes y coloradas.



Colocó su mano sobre mis nalgas y las acarició. Midió el golpe y la palmeó varias veces, en forma pausada y cadenciosa. Eran golpes dulces, sensuales y que me hacían gemir placenteramente. Lentamente los azotes fueron aumentando, de forma casi imperceptible para mi; después de un rato comencé a sentir el calor que se agolpaba en mis nalgas.

Sentí como me levantaba la falda mientras que noté su agrado al ver las braguitas blancas de algodón que cubría totalmente las nalgas, excepto por unas pequeñas marcas rojas que sobresalían por los costados. Unas caricias seguidas de más azotes fue lo que sintí antes de que él me hablara una vez más:


-Muy bien... llegó el momento de pagar las consecuencias de tus provocaciones -un leve estremecimiento en mi ante sus palabras-. Quiero que recuerdes todas las cosas que me dijiste a través del ordenador o del teléfono. ¿Las recuerdas? Porque yo no las he olvidado. Espero que estés preparada para esto...


Me bajó las bragas, y pareció sorprenderse porque no se lo impedí. Tenía dos globos hermosísimos, y lucían más hermosos aún colorados como estaban en aquel momento. Él sintió unos enormes deseos de poseerme, pero no era momento aún, así que se conformó con acariciarme y bajar las bragas hasta la mitad del muslo. No me pegó demasiado fuerte, pero el picor de la nalgada se sintió una y otra vez.


-Puedes sufrir y llorar, o puedes sufrir y gozar, tú eliges. Sólo te hago una advertencia: no se te ocurra mancharme los pantalones con tus jugos, porque el castigo será peor aún.


Después de unos azotes más, me ordenó que estuviese quieta en el rincón y sin saber porque le obedecí. De repente mi vestido se alzaba y era colocado en el escote para que no cayera y tener todo el panorama de las rojas nalgas a su vista. Se me acercó al oído y susurrando me dijo: "no se te ocurra moverte".


-Ven aquí inmediatamente, quiero probar mi fusta contigo. Quizás de esa forma puedas dejar de lado tus malas costumbres.


Me empujó sobre la mesa, y me colocó con las piernas separadas y mi intimidad totalmente expuesta. La fusta comenzó ha hacer su trabajo, en forma discreta y suave, pasando el canto por el ano y el sexo, una y otra vez. La hinchazón en toda mi zona genital era imposible disimular y mis jugos comenzaban a deslizarse por la entrepierna.


Su erección era imposible de mantener dentro de sus pantalones; el pene pujaba para salir y el dolor de sus partes íntimas se había tornado insoportablemente cruel. No sabía cuánto tiempo más podría él soportar aquella situación.


Sin que pudiera verlo, sacó un instrumento de tamaño mediano y lo introdujo de sorpresa en mi ano, haciendo que me retorciera de placer, lanzando un casi inaudible gemido. Al ver por mi reacción que no estaba acostumbrada al uso de tal elemento, y que él era un hombre experimentado en hacer gozar a sus spankees con este tipo de juguetes, me hizo deleitar y a su vez él también disfrutaba al verme.


Ese juego con el juguete hizo que la tensión sexual aumentara de forma increíble. Entonces él terminó de desvestirme y luego se quitó toda la ropa. Recorrió mi cuerpo besándolo y lamiendolo con toda libertad. La verdad es que a penas tardó en cambiar el lugar que ocupaba el juguete por su pene, forzando a que me colocara en cuatro patas sobre la cama. De un empujón mi ano se convirtió en la vaina de la increíble daga que me invadía.



Algún quejido inicial, hasta que me acostumbré al dolor y dio paso a estremecerme de placer. El acariciaba mi ansioso clítoris y mis senos turgentes y abundantes. Me corrí tantas veces que casi desfallezco de placer.

Mientras que me recobraba, él fue a limpiarse. Al regresar, yo aún seguía en la misma posición, por lo que se acercó y me colocó el pene frente a la boca, como indicándome cuál era el próximo paso a seguir. No tuvo que decir más nada. Mi boca se abrió para darle vida. Los labios eran los carceleros que no dejaban escapar la presa, y los dientes y la lengua se convirtieron en los dulces torturadores que hacían crecer el pene a un tamaño inimaginado.

Humedad, calidez, suavidad, dulzura, manos diestras, placer sin límites para darle el mejor sexo oral que nunca hubiera tenido. La explosión de lluvia blanca bañó mi rostro, cabello, senos y vientre mientras que él emitía sonidos guturales y palabras sin sentido.

Aquellas sesiones se repitieron alguna vez más, hasta que dijo que debía continuar su camino, que yo ya estaba rehabilitada. Nada más supe de él, y aun hoy repaso los anuncios de contactos deseando ver una pista que me delate que es él y poder sentir su castigo de nuevo sobre mi.

4 comentarios:

  1. Muy bueno me gusto pero que manía por pegarse no me agrada eso soy Laura Castro.

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    1. Buenas noches Laura, gracias por tu visita y tu comentario...solo decirte que no creo que sea manía, es cuestión de gustos...no es pegar por pegar, a mi tampoco me agrada que me peguen como tal, es todo lo que conlleva, es placer a través de la entrega a una persona en concreto hacia la que así lo sientes, pero...por suerte...no todos pueden sentirlo...sobre gustos...jijij

      De todas formas, no olvides que solo es un relato...aunque podría ser real, pero no para mí por muchos motivos que no creo necesario explicar aquí, aunque si te paseas por el blog seguro iras descubriendo mi manera de sentir...

      Espero verte prontito por aqui...

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  2. Respuestas
    1. Gracias por tus palabras y tu visita...que donde estoy????pues aquí en mi refu suelo estar mucho...asi que no será dificil encontrarme por aqui...

      Bienvenido y hasta pronto.

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