Pleasure Shelter: El temor a las palabras

miércoles, 24 de agosto de 2011

El temor a las palabras


Soy una persona temerosa de las palabras, en su exceso o en su defecto. Me preocupa pronunciar palabras en exceso o dejar de hacerlo e igualmente me preocupa que lo hagan hacia mí.

Me gusta mucho observar, ver como las personas nos relacionamos, y no hablo en este post, exclusivamente del mundo virtual, sino en general, las personas nos expresamos tanto en el virtual como en el real. No entraré en las diferencias entre un mundo y otro pues creo que de esto se podría hablar mucho y no es el tema que quiero reflejar.

En general, observo dos tipos de comportamiento ante las palabras, y en concreto ante las palabras de afecto.

Hay quien siente la constante necesidad de decirte cuanto te quiere, cuán importante eres y otros, en cambio, parece que decirlo sea un gran sacrificio.

Evidentemente respeto ambas opciones, pero mi percepción al recibir esas palabras, según de quien vengan, es muy diferente.

Yo, soy una persona muy afectiva y siento la necesidad de expresarlo también con palabras, pero solo, a aquellas personas que realmente tengo sentimientos hacia ellas.

No tengo por costumbre usar el “te quiero” como una coletilla o intentar con mis afectuosas palabras hacer que el otro se sienta a gusto conmigo. Si lo digo, es porque ese sentimiento está en mí, sino, no siento esa necesidad.

Digo mucho “te quiero” pero no a mucha gente, lo suelen recibir siempre los mismos y a partir del momento en que, en mi interior, se ha formado ese sentimiento, y reconozco, que suele tardar algo de tiempo…

Ahora bien, cuando eso sucede, puedo resultar cansina de tanto expresarlo, y yo misma, me restrinjo el uso, para que éstas, no pierdan el valor que les confiero en sentimiento.

Un te quiero,  te amo, te deseo, o similar, no debe usarse en vano, pues deja de ser real, y por eso, aquellas personas que constantemente se expresan de ese modo y casi de manera inmediata a conocerte, gozan, para mí, de una credibilidad prácticamente nula. No dudo de que puedan sentirlo, pero igual que lo sienten, se desvanece.

Por otro lado, comprendo que haya quien, siendo poseedor de ese sentimiento, no sea capaz de expresarlo en palabras. Ante esas personas, aunque evidentemente por mi forma de ser, me sorprende que no tengan esa necesidad, me paro y analizo sus actos, y realmente son éstos los que hablan por ellos.

Cuando una de estas personas, me dedica unas afectuosas palabras, no puedo evitar por un lado, sentir que quizás se vean obligados por mi forma de ser, porque al decirlo yo crean que necesito oírlas, como un acto de cortesía, y por otro, al oírlas, mi ser se emociona, pues sé cómo les cuesta decirlo y quiero creer que cuando lo dicen, es porque realmente lo sienten, y entonces es el mayor regalo que pueden hacerme.

Y ante estas dos tipologías, con toda la variedad de grises, por supuesto, me planteo….¿entendemos la responsabilidad de nuestras palabras?¿quien las dice constantemente es un irresponsable?¿quien no las dice es por temor a que le salgan caras, a posteriori?

Sé que ante esto, un “depende” es la mejor respuesta, pues como siempre somos diferentes y usamos nuestras palabras con infinidad de intenciones y motivos.

Creo que es una buena reflexión, al menos para mi, para encontrar el equilibrio en las palabras, para que no adquieran ni pierdan el valor que realmente tienen.


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