En algunas ocasiones me permite dormir la siesta, mientras Él se entretiene con sus tareas. La única condición es que debo dormir completamente desnuda, y el tiempo que Él determine oportuno.
Estaba boca abajo, sumida en un medio sueño, sin dormir del todo, pero sin prestar atención a mi alrededor.
Noté como me separaba las piernas, y me decia: "quiero disfrutar de la visión de ese sexo que me pertenece".
Removí mi cuerpo reclamando así que me dejara descansar, sin atender siquiera a Sus palabras.
Insistió con mayor firmeza al separarme las piernas, a lo que contesté medio dormida: "JODER DÉJAME!".
Nada más salir de mi boca me desperté, tomando consciencia de lo que había dicho, pero era demasiado tarde, ya me tenia agarrada de la coleta y me crucé con sus firmes ojos haciendo descender los míos.
Con un gesto rápido me encontré sobre sus piernas, completamente desnuda, suplicando perdón, justificando estar medio dormida al proferir esas palabras fuera de tono.
De nada sirve excusarse, de nada pedir perdón cuando el acto ya está hecho.
Los azotes fueron muchos, intensos, sin pausa y sin prisa.
Queria que acabara el castigo, pero sabía que no podía demandarle que parase, pues de mi boca salieron las palabras merecedoras del correctivo.
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