Muchos son los detalles que me indican que velas por mí en todos Tus actos, solo tengo que pararme a observar Tus decisiones para darme cuenta que en todas ellas prima por encima de todo mi bienestar, que aunque desconozca con exactitud el siguiente punto hacia donde me conduces, el trazo siempre tiene la misma dirección. La coherencia en el hacer posibilita el deposito de mi confianza en Tus manos. No puedo decir que entienda, aunque tampoco me esfuerzo ya tanto en hacerlo, todas Tus consideraciones, pero tampoco necesito disponer de esa información, ya no, porque con este tiempo he adquirido la suficiente seguridad como para saber que si algo deseas vas a procurar que yo sea capaz de hacerlo. Sé que eso no significa que no deba esforzarme, al contrario, sé que cuentas con ello y que lo esperes de mí es todo un halago, sino que cuando creas, sientas o desees de mí, el trabajo será en común, para conseguir en nuestro día a día, que Tus deseos, que los hago mios, dejen de suponer, gracias a la dedicación, un esfuerzo para convertirse en el placer al complacerte. Todo requiere tiempo, y en este que llevo a Tu servicio, puedo decir sin ser aventurada, que muchas cosas de esas que eran un imposible para mí, con Tu ayuda ahora son mi realidad, esa que disfruto al entregarte. Por todo ello, deseo seguir de Tu mano, y te suplico con humildad, que me ayudes en los momentos de oscuridad a ver Tu luz, pues aunque segura me hallo perteneciéndote, mi orgullo, mi temor y la propia inseguridad ante mi misma y ante los nuevos retos, consiguen nublar mi camino y solo sabiéndote mi guía caminaré entre la bruma. Sé que debo empezar a rodar sola, que debo mostrarte lo aprendido, y no esperar que Tu tires de mi en todo momento, y así lo deseo, pero no te alejes mucho por si me caigo, vale?. No me consientas, mi Señor, pero sigue mimándome por favor.
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