Dulce tormento...

Porque lo sabes, porque lo sientes, porque en mi lo ves, y no deseo esconderlo.

Es cierto que tengo armas para controlarlo, muchas cosas en que ocupar mi mente para dejarlo atrás, pero hoy no ceso porque la necesidad existe, y así debo sentirla.

Levanto mi vista al cielo, buscando como se rompen las nubes que me llevan a Ti, como el espacio se acorta desde la altura, como tiemblo y susurro al viento desde el interior, conociendo sensaciones ya vividas, que deseo volver a sentir.

Me vuelvo en mis sabanas vacías, se sienten frías de soledad, y en ellas busco el cuerpo en reposo, cuerpo de mi locura y mi pasión, al que arroparme en noches gélidas o arrimarme tímida ante el calor.

Recorro con mis ojos mi erizada piel, sintiendo las marcas que dejaron aquellos dedos que una y otra vez la surcaron, provocando que ya jamás pueda olvidarlos.

Entre el bullicio la mirada no hallo, y me pregunto como contienen Tus ojos todo cuanto deseo ver, pues en ellos robaste como bola de cristal mi presente y mi futuro. Quiero esconderme en ellos cuando sienta miedo y perderme allí para hallarme.

Como melodía Tu voz asoma, desde mi interior emana, entre mis manos deseo atraparla y volver a guardarla, mas viva y traviesa se escapa sin dejar que la retenga, pues alma libre es, como el ser que la engendra. No te marches de mí, deja que te oiga una vez más y se armonía de esta noche.

Son mis labios un reflejo de aquellos besos dulces que aprendí a dar en Ti, que no olvidan la seda húmeda que Tu boca fue para mí, alimentando mis deseos de hacerme para Ti.

No hay rincón que no desee ofrecer, ni espacio que no ambicione de Ti, y aunque mire dentro de mí y te pueda sentir, hoy me dejo invadir por esa añoranza que me arranca cálidas lágrimas, que hace que me abrace con fuerza a Tu aroma y grite en gemidos cuanto te añoro.

No estés triste mi amado, no sufras por mi nostalgia, pues sentir como la siento, es muestra de mi anhelo, de cuanto te deseo y mi pasión por estar entre Tus brazos.

¿Que seria de mí, si así no lo sintiera?¿porque disfrazar mi melancolía si es el fruto del deseo?

Ámame esta noche, mi Señor, como solo Tu sabes hacer, pues no es solo sexo lo que deseo sino esa perfecta comunión de dos seres que se encuentran para diluir su esencia.

Permíteme esta noche, mi Señor, que me abrace a este exquisito tormento, que emanen lágrimas mis ojos, néctar de pasión mi sexo y te busque en la oscuridad donde siempre logro hallarte...