Nunca es tarde...

Nos pasamos la vida planificando, y no solo aquellos momentos inmediatos sino ese futuro que pensamos en crear. Objetivos, principios, limites, sueños, todo ello configura una estela de posibilidades que acotamos de forma constante cada vez que las caprichosas variables aparecen.

A veces sucede que la vida tiene preparado para ti algo distinto de aquello que tú planeas, y aunque hay muestras más que evidentes de ello, solo lo ves como un obstáculo a batir, y te sumerges en una guerra por salir victorioso, donde los pequeños logros te dan la fuerza que las derrotas te restan.

Eso te hace fuerte, o así lo crees, y cuantos más palos recibes más empeño pones en conseguirlo, pero llega un día en que sientes derrumbarse el suelo por donde pisas, presencias el vacío, te planteas si aquella es realmente tu lucha y así los objetivos pierden el valor que les habías adjudicado.

No sé si alguna vez os habéis encontrado ante esas sensaciones, pero es momento de parar el tiempo, de no continuar deambulando y  mirar a tu alrededor en busca de una pequeña señal de esperanza.

En mi caso, las paredes de aquella pequeña habitación en la que me confinaron mis decisiones, se venían sobre mí y cada vez más próximas hicieron que me sentara en medio de ella y viera mi cómoda soledad interior como una mala aliada.

Las preguntas se sucedieron unas tras otras, se acumulaban pendientes de ser contestadas y todas fueron aplazadas por no saber responder.

Sumergida en un pozo oscuro, sin posibilidad de planificar nada, sin saber a donde mirar, cerré los ojos, y en ese preciso instante, a solas conmigo misma, sentí mi corazón golpear en mi interior y me dije que mientras ese tuviera fuerzas nada había perdido.

Nunca es tarde…

Nunca es tarde para comenzar, nunca es tarde para una nueva oportunidad, para permitirte sentir, para quererte, para mostrarte al mundo como eres y que exista, en esos desconocidos planes, algo que haga girar por completo lo conocido hasta el momento y te permita vivir.

Quizás tuve que ver la oscuridad para conocer la luz, quizás tuve que perder primero para saber lo que es ganar, y sufrir para gozar, y no diré que me alegro, porque el dolor es dolor, pero si me hizo ver más allá y esa mirada me permitió resurgir.

Ese tiempo me enseñó que se puede aprender a vivir de otro modo, a disfrutar del momento, a no planificar a largo plazo trazando proyectos que no tienen por qué cumplirse y creando un tapiz de emociones basado en un quizás que está por llegar.

Nunca es tarde…

Nunca es tarde para el ahora, es el instante justo para vivirlo y estoy dispuesta a ello. 

No es sencillo cambiar hábitos, pero es necesario hacerlo y de ese modo puedes empezar a sentir cuan beneficioso es que la vida se empeñe a veces en llevarte la contraria, y te conceda una nueva mirada.

Nunca es tarde…