Pleasure Shelter: Eraria

lunes, 18 de febrero de 2013

Eraria



Se cuenta que en una tierra lejana conocida con el nombre de Eraria un poderoso duende había escondido grandes tesoros. Muchos habían sido los que viajaron hasta ese lugar para hacerse con tal botín, pero tras comprobar lo agreste que resultaba ser aquel terreno desesperanzados habían abandonado la aventura, y destinaron sus vidas a la búsqueda de cómodos caudales.

La leyendo llegó a todas las tierras conocidas, y como un cuento que pasa de padres a hijos se contaba en las frías noches de inverno delante de la lumbre.

Eul, un joven de la provincia de Ergo había crecido en el sino de una familia humilde, pero siempre le había oído a su padre decir que él haría grandes cosas y su nombre sería recordado.

Eul se miraba desde pequeñito todos los días al espejo tratado de descubrir aquello que ante los ojos de su padre le hacía tan especial, pero al hacerlo tan solo veía un niño más bien escuchimizado, con el pelo cobrizo y pecas en su cara, con un aspecto poco imponente y asustadizo.


Uno de esos días, su padre se puso detrás de él y al observar la fortaleza de su padre le dijo:

  • Padre me dices que haré grandes cosas, pero mírame, tu eres sabio y fuerte, todo el mundo te respeta por tu presencia, pero de mi todos se ríen, e incluyo yo mismo al mirarme me siento insignificante.

El padre cogiéndolo por los hombros con firmeza le dijo:

  • Hijo, yo sé tu potencial, y gasto toda mi vida en prepararte para que seas capaz de sacar tanto cuanto albergas y no dudo ni un segundo de que así será llegado el momento. ¿tu confías en mi?

Asintió el pequeño Eul con los ojos repletos de lágrimas.

  • Entonces hijo mio, prosiguió el padre, hazme caso y verás por ti mismo como todo aquello que te enseño algún día dará sus frutos y comprenderás lo que ahora no alcanzas a conocer.

Siguió mirándose en el espejo y aún sin comprender muy bien las palabras de su padre, sintió su consuelo y pensó que no podía defraudar la confianza que su padre había depositado en él, y que aunque no llegara a ser nadie especial, pondría todo su empeño para cumplir aquello que él de demandara, pues para su padre si era importante.

Así pasaron los años, y Eul obedecía fehaciente todas las indicaciones de su padre y creció en esencia aunque su presencia continuase siendo la de un joven enclenque.

Una mañana del mes de febrero, el joven despertó y no vio a su padre en el lecho como solía ser costumbre, y pensó que debía haber ido a trabajar al campo antes de la hora habitual, así que se arregló, desayunó y se fue al encuentro de su padre.

Al llegar dispuesto al trabajo no encontró a su padre allí y tras buscarlo desesperadamente fue hasta el pueblo más próximo para ver si había ido a comerciar. Allí le contaron que había sido visto colina abajo huyendo despavorido como si algo le persiguiese pero nadie supo decirle de que.

Retornó a casa, preparó un hatillo con cuatro cosas para el camino y salió en su busca, siguiendo las pistas que le iban dando aquellas personas con las que se cruzaba. 

Pasó días y noches, sin perder la esperanza de encontrarle, hasta que una noche, tras cenar en una posada de un pueblo lejano a su natal, el mesonero le dijo:

  • ¿Eres Eul?

Entristecido y cansado le contestó asintiendo desganado.

  • Entonces tengo algo para ti, mientras le hacia entrega de un pequeño trozo de papel doblado en cuatro partes.

Al abrirlo vio la letra de su padre que decía así: 

HA LLEGADO TU MOMENTO, 
RECUERDA CUANTO TE ENSEÑÉ.

Le resultó del todo incomprensible aquel mensaje y lloró amargamente dejándose llevar por el cansancio y el desánimo. Tras dormir esa noche en la posada y recuperar fuerzas, salió de nuevo sin comprender a que se refería su padre en aquella nota, pero la experiencia le decía que su padre siempre hablaba con razón y algo debería ocurrirle.

Cogió el camino que conducía al siguiente pueblo, la inercia le llevaba un paso tras otro mientra en su mente sólo se repetían las palabras que  esperaban algo le revelasen: HA LLEGADO TU MOMENTO, RECUERDA CUANTO TE ENSEÑÉ...

Por el camino se encontró a dos hombres hablando de forma apresurada, asustados por la noticia que había llegado a sus oídos  pues parecía ser que en una tierra no muy lejana a donde se encontraban llamada Eraria un horrible ogro estaba acabando con la vida de todos cuantos se acercaban con la intención de conseguir un tesoro que aguardaba en una gruta.

El chico se acercó a ellos para conocer los detalles y sintió el impulso de acercarse allí a comprobar por si mismo aquello que le contaron. 

A pocos kilómetros encontró fornidos caballeros, fuertes guerreros, esclavos enviados por sus reyes tras años de preparación, y todo tipo de artilugios e inventos para enfrentarse al temido Ogro, al que habían bautizado como Miedo por el pavor que causaba a todos.

Se unió a ellos por los abruptos montes, hasta llegar a Eraria. Eul no podía vislumbrar absolutamente nada pues su altura no le permitía más que quedar casi enterrado entre todos aquellos asombrosos guerreros armados hasta los dientes para derrotar a Miedo.

Uno tras otro iban cayendo, o bien morían en el intento o salían despavoridos huyendo tras el intento de enfrentamiento.

Entre el ruido de la batalla a Eul le pareció oír a su padre llamándolo y sin pensárselo dos veces corrió hacia la dirección de donde emergía la voz. Se hizo paso entre todo aquel gentío oyendo los comentario y burlas respecto a su indefensión y poca valía para enfrentarse a Miedo.

Hizo caso omiso, solo seguía la voz de su padre, y tras dejar atrás a todos aquellos que de él se reían vio un pequeño desfiladero con una estrecha gruta al fondo. Corrió tanto como pudo, y estando en esa carrera sintió una pequeña llama acercarse a su rostro, sintió su calor, vio como pretendía cortarle el paso pero la voz de su padre era lo único a lo que atendía, su único propósito.

Atravesó la estrecha entrada sin dificultad y en vez de acogerle la esperada oscuridad quedó impresionado por la luz que en aquella gruta había. Millones de piedras preciosas, oro, y las mayores riquezas que jamás se podían imaginar estaban allí escondidas. 

Creía que debía haber muerto y eso era el paraíso, o quizás todo era un sueño y al despertar se encontraría en el lecho junto al de su padre.

Un fogonazo de luz le cegó por unos instantes y ante si apareció un duende que le dijo:

  •  Soy el guardián del tesoro, durante décadas muchos guerreros han intentado acceder a la gruta y ser dueños de este maravilloso tesoro, pero esto que tienes ante tus ojos te pertenece por tu decisión y coraje, y serás aclamado por todos los pueblos como el vencedor del Ogro Miedo.

El joven tembloroso dijo con sinceridad que no era merecedor de todo aquello pues no se había tenido que enfrentar con nadie, que tan solo le pareció oír la voz de su padre y siguió su vibración hasta ese lugar.

Reclamando su atención el duende le mostró a la llama, y le dijo: 

  • Esto que tienes frente a ti es el Ogro Miedo, temido por generaciones y tu le has vencido.
Con extrañeza le respondió el joven Eul:


  • Perdóneme pero no lo entiendo, ¿como puede ser este el temido Ogro?

Continuó explicándose el duende:

  • Como bien sabes este ogro se llama Miedo, y se alimenta del pensamiento, de las dudas, de la cobardía y cuando más centran su atención en él más fuerte e invencible se hace, haciendo pues que sea imposible derrotarlo. Tu en cambio, ni una sola vez le has alimentado, has sido fiel a tu propósito,  te has centrado en una meta más elevada dejándole sin entidad para combatir, reduciéndolo a su mínima expresión. Por ello, estimado joven, eres digno de este tesoro para el cual durante toda la vida te has preparado.

Fuera le esperaban cantando cánticos guerreros todos aquellos fornidos hombres. 

Salió de la gruta acompañado por el duende, que fue desde ese preciso momento su mejor amigo y asesor, por la cálida llama, que nada más ver la luz ante todos aquellos guerreros que aguardaban fuera se convirtió de nuevo en el grandioso Ogro Miedo, el cual desde entonces fue su acérrimo protector. 

Se reencontró fuera con su padre, que le dijo que todo el pueblo le aclamaba y que el rey de las tierras, ya muy enfermo, al conocer su hazaña, había estimado que se casara con su preciosa hija y fuera rey, pues su valía interior haría que fuese el rey que su tierra necesitaba.

El hijo miró a su padre aún asombrado y éste le dijo: 

  • Hijo, me has obedecido como prometiste y esto te ha llevado a crecer desde el interior, a que tus convicciones fueran firmes y no abandonaras tus metas, por mucho esfuerzo que supusieran, y por ello, sabía que harías grande cosas. Disfruta ahora de tu fortuna y no pierdas de vista nunca aquello que te ha llevado a estar donde ahora te encuentras.

Hoy aún desconociéndose la verdadera historia se cuenta la leyenda de como el rey Eul, cuando apenas era un joven enclenque, sometió en el interior de la gruta al Ogro Miedo con técnicas mágicas que nadie conoce, y desde ese momento es su fiel guardián.


2 comentarios:

  1. Quien dijo miedo??? bonita historia con moraleja incluida, vaya cambio de registro guapa!!!

    Mi madre me cantaba una canción que creo sacó de la tele que decía algo así: "señor miedo, no le temo, señor miedo váyase!!" y que me hacía repetir cuando le decía que tenía miedo jeje!!

    Besines valientes!!

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    1. ains chica...que te creias???jijiji

      Quien dijo miedo????eeeeeeeem....A POR ELLO!!!!

      Besines

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