Parece que el tiempo se detiene
cuando ese insólito deseo aparece,
ajeno resulta aún para Ti
cuando el apremio ya siento en mí.
Te miro distraído en otro asunto
y trato de refrenar mi ansia
que a cada instante se hace fuerte,
"para todo hay un momento",
siempre lo dices así.
Mi mirada no puedo siquiera apartar,
del regazo que quisiera ocupar
y de esas manos que deseo atrapar,
para dar color a mis nalgas.
Me observas y ya lo sabes,
sonríes con la mirada y con los labios
que delatan Tu comprensión,
y la aprobación a mi anhelo llega
cuando los brazos apartas de Ti.
Como dulce felina me aposento
en un gesto lento y disimulado,
ronroneando agradecida
con mis nalgas para Ti elevadas.
En ese momento ya me pierdo
y eres Tu quien marca el tempo,
así como la ubicación del calor
que irradia a todo mi cuerpo.
Quisiera que jamás detuvieras
este frenético o sosegado ritmo,
que combinados sobre mi
se convierten en un lenguaje.
No recuerdo siquiera el temor
que antaño me privó de tal gozo,
y vencido el antiguo fantasma
te entrego feliz mi vergüenza.
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