Préstamo.

Gracias, mi Señor, por privarme de tal privilegio, por mostrarme que todo cuanto creo poseer no es más que un bien que me permites, que absolutamente nada puedo tener si no lo merezco.

Gracias, mi Señor, por apoderarte de ello, por enseñarme que un "no puedes" Tuyo significa un no poder real, algo que debe dejar de preocuparme porque se convierte en una imposibilidad física.

Gracias, mi Señor, por disponer de todo mi ser, por hacer de él instrumento de mi propia instrucción, y hacerme ver con pruebas palpables que aquello que guardas bajo Tu haber, puede serme arrebatado para siempre, porque yo te lo entregué.

Gracias, mi Señor, por evidenciar hasta que punto te pertenezco, siendo capaz de quitarme lo que pensaba imposible, dominando incluso lo que se cree incontrolable.

Gracias, mi Señor, por guardarlo este tiempo y velar por mi en su ausencia. Jamás nos habíamos separado pero confié ciegamente que estaba en buenas manos.

Gracias, mi Señor, por hacerme creer en mí en su expropiación, porque estaba dispuesta a continuar el tiempo que hiciera falta, porque fue justo y necesario y aunque no puedas saberlo lo acepté y me sentía dispuesta.

Gracias, mi Señor, por dejarme mostrarte mi entrega, por permitirme convertir una sanción en un motivo más para mostrarte mi deseo de pertenecerte, y con ello, mis ganas de trabajar mis malos hábitos.

Gracias, mi Señor, por volver a prestármelo y permitirme hacer uso de ello.

Gracias, mi Señor, por seguir esforzándote en enseñarme a ser Tuya.

Gracias, mi Señor.