Pleasure Shelter: Las casitas de lana...

sábado, 26 de enero de 2013

Las casitas de lana...

Creía que había perdido el juicio, que construía sueños con cartas de naipes, y que en cualquier momento una leve ráfaga de aire, un nimio soplo, derribaría los castillos que ante mi mirada se erguían, majestuosos, imponentes y apasionadamente intrigantes.

Una vez decidí creer, y aunque el recipiente donde contenía mis sueños siempre se rompía llevándome al dolor y a la pérdida de mi misma, cerré los ojos con fuerza y me lancé donde mi fe no me llevaba, y justo hacia donde mi miedo me gritaba desesperado para que no diera un paso más, quizás tratando de avisarme o quizás tratando de engañarme. Es lo que tienen los temores, que pueden ser de gran ayuda o una condena de por vida.

Ahora a veces, tengo la sensación de que Tú y yo somos los únicos seres del planeta, que fuera de este momento no existe el tiempo, que todo es desierto, y sólo hay luz y oscuridad a partes iguales creadas por pequeños matices inapreciables. En ese momento, cuando solo estamos Tú y yo, todo adquiere sentido y encuentro el porque de mi lugar en este extraño mundo.

No quiero ver más allá, no necesito aquello que pueda haber fuera de estos dos cuerpos y de estas dos mentes unidas, no quiero que nada enturbie lo que soy capaz de sentir y suplicaría incansable por jamás salir de aquí.

Pero luego, en el sosiego que el vínculo me otorga, amplio lentamente mi visión, como si me alejara de los ojos aquella instantánea que durante largo rato me ha atrapado, y las formas se vuelven poco a poco nítidas, y cada vez, hay más a mi alrededor, se construye de nuevo ante mi el mundo tal y como lo conocía pero a la vez, completamente distinto.

Ya no me asusta tanto como no comprendía, ya no necesito caminar largas distancias para encontrarme, ni me intimidan aquellos paisajes exóticos que jamás he entendido, ni siquiera esa gente que murmura, grita y  llora en desesperados intentos por alcanzar altas miras me acomplejan.


Ahora mis majestuosos castillos son simples casitas de lana, tan pequeñas que a penas cabe uno de mis sueños en ellas, pero poseo varias, guardadas unas tras otras, conteniendo así todas mis esperanzas.

Son flexibles, se expanden, se adaptan a aquello que las contiene y, si una de ellas se rasga y el sueño se pierde no se lleva con ello todo mi existir, sino que miro a la siguiente casita y doy gracias porque en su insignificancia contiene la oportunidad de una nueva sonrisa, de un nuevo sueño.

¿Para que quiero castillos que se derrumban llevándome con ellos? prefiero mis casitas de lana...

Puede que carezcan de valor, puede que mis miras sean ínfimas pero nadie, ni siquiera yo misma, sabe a  donde me llevará el enlace de una con otra, el ir viajando a través de ellas, con mi mirada puesta en la siguiente, aunque desconociendo que habrá en la de más allá.

Sólo Tu y yo sabemos lo que hay en la siguiente casita de lana, a veces eres Tu quien generas mi sueño, mi meta, otras coincide y lo compartimos desde inicio creando cada puntada de la pequeña casita, y otras  en cambio, deshago por completo aquella que creía era la siguiente y te doy la lana para que unión tras unión la construyas y en ella, ser yo Tu sueño.

Puede que nada se entienda pero como he dicho, a veces me parece que en este mundo sólo estamos Tú y yo, creando nuestras propias y exclusivas casitas de lana...


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