Servir en lo cotidiano

Pensé tener que aparcarlo,

temía no ser capaz de dejarlo

y buscar una vez y otra más,

esos injustificados motivos

que reclamaran Tu dominio.

Sentía mis ansias bullir,

mis miedos querían fluir,

pero recordé mis anhelos

y cual es el lugar que elegí.

Dejé de escucharme para Ti,

traté de ocuparme sólo en Ti,

y todas aquellas tormentas

que auguré sin remedio,

no llegaron siquiera a surgir.

Parecía que no me observabas

pues otros quehaceres te ocupaban,

creía que no te servía

pero en cada instantes lo hacía

como si nada más existiera.

Confieso que deseé esos momentos

en que el fuego presencia mi entrega,

y entre Tus brazos se hace posible

que se convierta el dolor en placer.

Admito que anhelaba la noche

donde en silencio a Ti me abrazaba,

y en mis sueños lascivas escenas

junto a Ti mi lujuria trazaba.

Creí tener que asumir el vacío

de una detenida sumisión,

y aprendí en cambio en estos días

a servirte en los pequeños detalles,

a estar sin que hacer que me vieras,

y a disfrutar de ese otro gozo

de servirte en lo cotidiano.

Pensé, creí, imaginé... pero como siempre,

Tu eres quien guía mi sentir y,

quien muestras la verdadera esencia

de mi sometimiento a Ti,

sea cual sea el momento...