Ocúpame...

A veces ocurre, a veces lo siento y solo a veces lo controlo...

Hoy son pensamientos que me hacen sentir aquello que no deseo, que me fuerzan hacia aquello que yo misma me he prohibido, que he desterrado porque no forma parte de mi momento y no tienen cabida en este instante.

No me siento con fuerzas hoy, y parece que mis demonios astutos aparecen aprovechando la pequeña grieta que he mostrado.

Mi Señor, me has dado armas más que suficientes para combatir, para que la fortaleza que hay en mí se muestre y no tema nada de aquello que fue, y aunque me repito Tus palabras, aunque intento sentir y no pensar, hoy no me siento fuerte y me está costando…

No sé qué es lo que me iría bien, no sé cuál sería hoy Tu reacción y Tu concesión, pero siento el deseo de ponerme sobre Tus rodillas, y sentir esos azotes suaves y continuos acariciando mis nalgas, ese placer que me invade todo el cuerpo y hace que mi mente solo pueda centrarse en Tu mano salpicando mi piel y suplicar en mi silencio ir a más, hasta ese momento en que dices haber ido un poco más allá, cuando mis lágrimas caen pidiendo un reconfortante abrazo y ya nada más ocupa mi ser.

No es de esos momentos en que siento la necesidad de ser castigada, bien lo sabes, sino de esos momentos en que necesito la comunión contigo, esa en que me privas de mi misma, siendo uno solo en una escena tan íntima. Hay muchos actos a Tu lado que consiguen el placer de sentirme en Tus manos, de abandonar mis pensamientos y tan solo sentir cuanto me concedes y hoy busco en mis recuerdos los momentos que hacen posible tan bellos sentimientos.

Sé que estás aquí ahora, puedo sentirte en mí y  sé que si en ello me centro todo lo demás se desvanece porque ocupas cualquier rincón de mi ser, te apoderas de todo cuanto te he entregado y velas por mi, alejando cualquier desasosiego y protegiéndome incluso de mi misma.

Tu confías en mí y haré de ello mi insignia.

A Tus pies mi Señor