A veces acuden a mi de nuevo
los porqués de exiliada respuesta,
turbando el álgido instante
con su gélida memoria.
No hay cadenas más fuertes
que las ancladas al pasado,
cortantes son sus aristas
de frío y penetrante metal,
ahondan sus engranajes
hirientes en la suave piel.
De sus huidizas estampas
no consigues ausentarte,
pespuntean perforando la carne,
y al tratar de libertarte
apenas brota relente sangre.
Del olvido nace su recuerdo,
aferrado al angosto espiral
evocado en cada intento,
sintiendo el peso de la falta
que en si misma no existe.
A veces acuden a mi de nuevo
los porqués de exiliada respuesta,
y a medio paso de la angustia
siento otros lazos apresarme,
impidiéndome iniciar la fuga
esclava entre sus brazos.
Dame también ese pesar
-dice su voz serena-
mientras eleva mi apenado rostro
pidiéndome enfrentarme al miedo,
y así poder superarlo
que no significa olvidarlo.
Me sabe a tristeza, ¿cómo soltar el pasado?, ¿cómo desterrar un recuerdo?, puedes tener en éste momento a un ser maravilloso a tu lado, pero es claro que fincamos en las ruinas del pasado, en el mismo terreno que es nuestra esencia y el olvido simplemente no llega.
ResponderEliminarBello tu sentir Dana.
Gracias por acercarte a mi espacio y dejar un hermoso comentario, besos Dana.
[La fuente fue un amigo que murió en mis brazos hace mucho tiempo y aún le sigo recordando]
Algo intuí en tus letras aunque evidentemente desconocía el hecho en concreto, el cual me apena mucho mas al saberlo...lo siento mucho...
EliminarEn este texto hay tristeza, hay dolor pero también la fortuna de que ese dolor sea aceptado, querido y exigido por mi Señor, pues aunque sea costoso es realmente liberador poder compartir todo mi existir, el pasado que me lleva hasta hoy, el presente que me enseña a vivir el ahora y el mañana que deseo vivir a Su lado...
Gracias a ti tambien por acompañarme en el refu.
Besines